Un juez londinense aprobó el jueves pasado el divorcio de la cantante Amy Winehouse, de 25 años, y el productor de viseo Blake Fielder, de 27 años, quienes se conocieron en 2005 y se casaron en 2007 en Miami.
El divorcio, que será efectivo dentro de seis semanas, fue concedido a petición de él y a partir de sus alegaciones de infidelidad, aseptadas por ella. Winehouse, que se ha declarado muchas veces profundamente enamorada de su marido, reconocio que mientras Blake estaba en la cárcel ella olvidaba que estaban casados.
Además de todo esto, se le suma que la cantante esta pasando por problemas con los productores, que son los máximos responsables de la frustración creativa que a diario sufre la artista con más potencial del momento. Sus innumerables ambiciones por experimentar agonizan asfixiadas bajo los pies de una autoridad discográfica dispuesta a censurar cualquier intento de magnificencia.
Según los productores de Island Records:"Amy no ha decidido aún si traducir las canciones que ya tiene escritas o si escribir algo nuevo que pegue mejor con el sonido del idioma. No hay forma de publicar un álbum de Amy cantando en lengua caribeña. Seríamos el hazmerreír porque sería un auténtico fiasco comercial.”
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